domingo, 12 de octubre de 2008

La repoblación cristiana

La repoblación cristiana

La presión de la población de las montañas del norte peninsular y su ambición sobre la tierra llana llevó al surgimiento y expansión de unos estados cristianos que crecieron sobre la conquista territorial de Al-Andalus. Este proceso de conquista fue paralelo al de repoblación e implicó una nueva organización social, política y administrativa.
En algunas áreas se permitió la permanencia de la población musulmana (mudéjares), merced a unas capitulaciones de rendición generosas, que disminuían la resistencia musulmana, permitía a los mudéjares permanecer con sus propiedades, religión y costumbres y a les facilitaba a los nuevos señores rentas y vasallos. En otros casos, se facilitó el poblamiento de población cristiana con cartas puebla y fueros, en los que se concedían ventajas, tierra y libertades a quienes fueran a repoblar y defender la frontera. En estos documentos suelen fijarse los límites territoriales de los términos, las condiciones de acceso a la tierra, la concesión de franquicias y privilegios y las normas básicas del funcionamiento municipal. Los fueros –a veces incluyen la primitiva carta puebla- son instrumentos jurídicos otorgados por los monarcas, que regulan la vida local. En Aragón, a partir de 1247, se produjo un proceso de unificación de los distintos fueros que dará lugar a los “Fueros de Aragón”, normas legales emanadas por el pacto entre el Rey y unas Cortes muy influyentes, en las que están representados los diversos brazos tenentes (alta y baja nobleza, iglesia y comunidades de realengo).
La larga duración del proceso de conquista sobre Al-Andalus provocó la evolución de la tecnología militar y de la iniciativa en la empresa de conquista, lo cual también determinó los modelos de poblamiento y tenencia, que pasaron de la aprissio y presura de campesinos que se convertían en hombres libres y propietarios, a la entrega de feudos a señores nobiliarios y eclesiásticos (monasterios), al establecimiento de concejos de realengo y comunidades de frontera (Calatayud, Daroca, Teruel y Albarracín), al control feudal de los maestres de las órdenes militares (Bajo Aragón y Maestrazgo) o al repartimiento entre los señores y comunidades que participan en la empresa de la conquista (Valencia).
El modelo de poblamiento y tenencia también condicionará el reparto de la tierra y de las rentas agrarias, que influirá en el devenir de la España contemporánea.

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