jueves, 16 de octubre de 2008

El trabajo de los indígenas americanos tras la conquista: las encomiendas



El descubrimiento y conquista de América supone, para la baja nobleza castellana, un nuevo campo de fortuna tras el final de la reconquista en España. La búsqueda de fortuna rápida lleva al saqueo de los territorios americanos con una organización estatal como los imperios azteca e inca. Cuando se agota el recurso del saqueo los castellanos intentan una explotación de los recursos minerales y agrícolas del nuevo continente, mediante el uso gratuito de la mano de obra indígena, a imitación de los sistemas de vasallaje existentes en su Europa de origen. Sin embargo, una buena parte de los indios, no habituados al trabajo regular, no estaban dispuestos a trabajar voluntariamente, por lo que fue necesario obligarles. La encomienda suponía la entrega, por parte de la Corona, de un número de indios a un español en calidad de fuerza de trabajo. Así ocurrió en las Antillas, donde predominaba una agricultura comercial de plantación; mientras en el continente, fundamentalmente, en lugar de repartir indios, se adjudicaron a los encomenderos los tributos de un cierto número de indígenas.
Los encomenderos tenían obligación de instruir en la fe católica y evangelizar a los indios, pero reunir en un mismo instrumento la cristianización de los indígenas con la explotación de su fuerza de trabajo resultó un fracaso. La explotación de los indios generó una mortalidad terrible, que diezmó sus poblaciones. Misioneros como Montesinos o Fray Bartolomé de las Casas denunciaron la explotación del indio y fueron escuchados en la corte española, contribuyendo así a la mejora paulatina de la situación del indígena americano.
No obstante, este sistema dio origen a una diferenciación de clases entre una minoría criolla y terrateniente, frente a una mayoría indígena, explotada, desposeída de sus tierras y de sus valores culturales, cuyo conflicto todavía está latente en la América Hispana

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