La revolución liberal supuso el paso de estructuras del antiguo régimen a un sistema plenamente capitalista mediante:
- la abolición de los señoríos, pero de modo que dejó la propiedad de la tierra en manos de los antiguos señores
- la desvinculación de la tierra que permitía la libre propiedad
- la desamortización de las tierras pertenecientes a la Iglesia y a los Ayuntamientos, que sacó al mercado un gran número de propiedades que recayeron en manos de los grandes propietarios
- la eliminación de los privilegios ganaderos de la Mesta
- la libertad de precios y de comercio interior
- eliminación del diezmo
- libertad de cercamiento de tierras
La producción aumento gracias al crecimiento de población, que provocó una mayor demanda, y la política proteccionista, que favoreció unos precios altos. El aumento de la producción se realizó gracias a las roturaciones, puesto que los bajos salarios agrícolas hicieron que no se invirtiera en la renovación tecnológica, lo que mantuvo baja la productividad agraria.
La política económica fue predominantemente proteccionista. El gobierno mantenía los intereses de los grandes propietarios agrícolas, puesto que el proteccionismo les garantizaba precios altos en el mercado y les ahorraba inversiones.
Los bajos salarios de los jornaleros dificultaron la demanda de bienes de consumo industriales y, por lo tanto, la existencia de una industria que demandase mano de obra procedente del campo y que librase a éste del excedente de trabajadores.
Las estructuras de propiedad de la tierra se polarizaron en torno al minifundio en el norte, que dificultaba la subsistencia, y el latifundio en el sur, que condenaba a miles de jornaleros a una situación de miseria.
Los principales productos fueron el cereal, que aumentó gracias al arancel proteccionista hasta 1869, con unos precios altos, que provocaban el hambre en años de malas cosechas; la viticultura, que se especializó en algunas regiones como La Rioja y Cataluña, que aumentó con la plaga de la filoxera en Francia; el olivo en Andalucía, La Mancha, Aragón y Cataluña y la naranja, en levante, que era un producto competitivo y fácilmente exportable. La patata y el maíz en el norte también se convirtieron en productos básicos
Durante los años ochenta se produce una bajada de los precios del cereal debido a la entrada de trigo más barato. Esto provocará una reposición de la política proteccionista desde 1891 y el establecimiento de aranceles. La extensión de la filoxera a España también afectó a la producción de la vid.
El desigual reparto de las rentas agrarias y de la tierra, el atraso tecnológico del campo español, la falta de demanda de mano de obra industrial que evitase la presión social y la política proteccionista de los gobiernos que encarecía los precios de los alimentos provocó una radicalización de un amplio sector del campesinado jornalero, que desde la década de los sesenta empezarán a reclamar la reforma agraria y la ocupación de fincas.
- la abolición de los señoríos, pero de modo que dejó la propiedad de la tierra en manos de los antiguos señores
- la desvinculación de la tierra que permitía la libre propiedad
- la desamortización de las tierras pertenecientes a la Iglesia y a los Ayuntamientos, que sacó al mercado un gran número de propiedades que recayeron en manos de los grandes propietarios
- la eliminación de los privilegios ganaderos de la Mesta
- la libertad de precios y de comercio interior
- eliminación del diezmo
- libertad de cercamiento de tierras
La producción aumento gracias al crecimiento de población, que provocó una mayor demanda, y la política proteccionista, que favoreció unos precios altos. El aumento de la producción se realizó gracias a las roturaciones, puesto que los bajos salarios agrícolas hicieron que no se invirtiera en la renovación tecnológica, lo que mantuvo baja la productividad agraria.
La política económica fue predominantemente proteccionista. El gobierno mantenía los intereses de los grandes propietarios agrícolas, puesto que el proteccionismo les garantizaba precios altos en el mercado y les ahorraba inversiones.
Los bajos salarios de los jornaleros dificultaron la demanda de bienes de consumo industriales y, por lo tanto, la existencia de una industria que demandase mano de obra procedente del campo y que librase a éste del excedente de trabajadores.
Las estructuras de propiedad de la tierra se polarizaron en torno al minifundio en el norte, que dificultaba la subsistencia, y el latifundio en el sur, que condenaba a miles de jornaleros a una situación de miseria.
Los principales productos fueron el cereal, que aumentó gracias al arancel proteccionista hasta 1869, con unos precios altos, que provocaban el hambre en años de malas cosechas; la viticultura, que se especializó en algunas regiones como La Rioja y Cataluña, que aumentó con la plaga de la filoxera en Francia; el olivo en Andalucía, La Mancha, Aragón y Cataluña y la naranja, en levante, que era un producto competitivo y fácilmente exportable. La patata y el maíz en el norte también se convirtieron en productos básicos
Durante los años ochenta se produce una bajada de los precios del cereal debido a la entrada de trigo más barato. Esto provocará una reposición de la política proteccionista desde 1891 y el establecimiento de aranceles. La extensión de la filoxera a España también afectó a la producción de la vid.
El desigual reparto de las rentas agrarias y de la tierra, el atraso tecnológico del campo español, la falta de demanda de mano de obra industrial que evitase la presión social y la política proteccionista de los gobiernos que encarecía los precios de los alimentos provocó una radicalización de un amplio sector del campesinado jornalero, que desde la década de los sesenta empezarán a reclamar la reforma agraria y la ocupación de fincas.
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